jueves, 18 de agosto de 2016

ODA (LISCA) AL CAMARADA FELIPE UGALDE

Le llamaban muchacho
cuando andaba clandestino,
balalaica a cuestas,
en los montes de la estrella polar.

Buscando (y vaya uno a saber) el por qué
o el océano en esas latitudes,
como quien se ha perdido 
la partida o una corrida de toros.

Pero usted no había perdido nada,
ni el misterio ni el instinto,
conseguía llevar consigo incluso
el asfalto salado de su tierra
entre los muslos,
y las grandes ciudades no le causaban miedo
y mucho menos frenesí.

Usted tramaba algo.

Desde niño, desde cabro chico, desde mocoso.

Porque usted, con su desdén a los botones,
conocía el idioma del viento
y sabia
que uno solo vuelve con el viento,

para aprovechar el sismo
a la hora del té
y el azúcar revolver.


domingo, 14 de agosto de 2016

Con la solapa arriba

(No.
El silencio muerde la piedra y no hay excusa,
las excusas están en las señales de la piel.)


Cuando llegue la tarde
y culmine el transito de la copa en este brindis,
no volverán a encontrarme,
ni para encontrarme.
Pues ni yo,
que no me reconozco ante mi traje
me recordaré.

A la cabecera de la mesa, sobre un piso endeble,
alguien posará un florero vacío.
El banquete cumplirá su calendario.
Una muchacha se arreglara las uñas.

Vuestro compromiso no sucumbirá
y les queda una ciudad allí afuera.

Un automóvil a la puerta de casa.
Una pantalla de televisión lcd.

Aun en los bolsillos de la viña hay
artículos más preciados, que una tarde
donde sopla fuerte el viento.


sábado, 13 de agosto de 2016

Matilde

Volveremos a vernos
pronto,
cuando nos informen
que dejamos el siglo XX en su caja
para siempre,
y nosotros estemos dentro de otra caja
veinte pies abajo,

y ya no importe
ni la lluvia
que vuelve imposible la calle a casa,
ni las protestas
que nos demoran en la avenida y
cierran los puestos de comercio.





Autorretrato (Anemia)
Pinhole Digital
2012

Cuando estas disponible

Antonella, 2013.
Pinhole, caja de zapatos talle 41.




Esas maniobras pasajeras
-A falta de cigarrillos.
A falta de afectos-
En el vaivén de la plaza.

Los domingos.

En el horario fechado por tus preguntas
de criatura que se arropa
antes de misa
o frente a la puerta del mercado central.

Me pareces una bruja perseguida
o una postal
a esas horas.

Los domingos.

Mientras la niebla ya no confunde a nadie
y se llena la bolsa con mariscos
y cachivaches de feria de cuneta.

En un acto reflejo de intimidad
de amigos
o de amantes buscando su asiento en la tribuna.

Los domingos.

El único día que tenemos para compartir el pan.






miércoles, 10 de agosto de 2016

12:57 sin pensarlo.

Finalmente las mañanas, una tras otra, parecen mediodías
asfixiándose en la habitación,
sin aves ni sol y una taza de café posada en el velador enfriándose.

Un encierro en una ciudad ajena
y el controlador de la tv olvidado para no molestar la idea esquiva
que ha cruzado el umbral, para no volver.

Son las semillas dejadas a los pies del mes
como los dígitos del r.u.t en algún mesón de pueblo
o simplemente la huida de un hombre que se anestesiaba en las escuelas.

Precipicios.
Lamentaciones.
Arrastrence lejos de mi.

Mientras María José alimenta a los perros,
fumo.

El reloj marca la hora más tardía.

viernes, 5 de agosto de 2016

Pawn Sacrifice

Pasaje Herodoto #111
Valparaíso. 2013.
Llegar a casa antes que el sol
a la manera de una hoja,
a la edad del otoño.

Nadie a la puerta,
nadie tras ella; y
por el hall desplomarse
a la antigua manera:

Vuelto un pañuelo,
asomado como adorno 
en el bolsillo del traje.
Una solapa raída y un crucigrama 
incompleto en la mesa de centro.

Esos adelantos obsoletos
que en todos los hogares del mundo
fueron una complicación.

Pero hoy en las calles aun no amanece...


Boleto de las 17:27





Ese viejo viaje que reclama el tiempo
como un sobretodo bajo la lluvia
ahuyenta
el miedo,
pero los leones no tienen guarida y lo sabes
pues la sabana entera les pertenece.

Aún con ello la intemperie de agosto
con el ritmo que mueve a los meses más fríos
en su retorno,
te etiqueta como a un niño de oficina
cuando
el equipaje y los tranvías se aferran
a la tierra que los deja hacer.

Entonces ¿Quién?
¿Desde dónde y cuando,
extenderá su porción de anemia
por el atlas ?

Mientras los elefantes mueren
en la vereda.