jueves, 18 de agosto de 2016

ODA (LISCA) AL CAMARADA FELIPE UGALDE

Le llamaban muchacho
cuando andaba clandestino,
balalaica a cuestas,
en los montes de la estrella polar.

Buscando (y vaya uno a saber) el por qué
o el océano en esas latitudes,
como quien se ha perdido 
la partida o una corrida de toros.

Pero usted no había perdido nada,
ni el misterio ni el instinto,
conseguía llevar consigo incluso
el asfalto salado de su tierra
entre los muslos,
y las grandes ciudades no le causaban miedo
y mucho menos frenesí.

Usted tramaba algo.

Desde niño, desde cabro chico, desde mocoso.

Porque usted, con su desdén a los botones,
conocía el idioma del viento
y sabia
que uno solo vuelve con el viento,

para aprovechar el sismo
a la hora del té
y el azúcar revolver.


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